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Boca Juniors vuelve a confiar en los penales para levantar la Copa Libertadores | Fútbol | Deportes

Un hincha de Boca Juniors acompañó a su equipo antes del viaje de Buenos Aires a Río de Janeiro, este lunes.Juan Ignacio Roncoroni (EFE)

La literatura futbolística en Argentina se nutrió de grandes maestros pero ninguno de ellos, ni siquiera Roberto Fontanarrosa u Osvaldo Soriano, imaginó un equipo que no gana partidos y aun así sale campeón.

En lo que puede ser un nuevo invento del fútbol argentino –un equipo sin triunfos que gana el título– Boca Juniors estuvo a punto de hacer realidad esa paradoja, y no sólo en un torneo menor y de barrio. El club argentino levantará la competición más deseada de Sudamérica con un regate a la lógica deportiva si primero empata y luego vence al Fluminense, de Brasil, en la serie de penales de la final de la Copa Libertadores. El partido que puede ganarse un lugar en el Libro Guinness de los Récords se disputará la tarde de este sábado en el Maracaná, estadio que el club carioca utiliza como sede de las competiciones de su país.

En realidad, Boca sí ganó partidos en la actual edición de la Libertadores, pero sucedió en la primera ronda, instancia en la que terminó primero del grupo F luego de haber sumado cuatro triunfos en seis presentaciones. Lo singular es que, ya en las fases decisivas de la Copa, eliminación directa en duelos de ida y vuelta, jugaron seis partidos y no consiguieron ninguna victoria durante los 90 minutos. Aun así, primero sobrevivió a los octavos de final (ante Nacional de Uruguay, 0-0 y 2-2), luego pasó a cuartos de final (ante Racing de Avellaneda, 0-0 y 0-0) y finalmente dejó atrás las semifinales. (ante Palmeiras de Brasil, 0-0 y 1-1). Hubo seis empates consecutivos que luego se resolvieron a su favor en la tanda de penaltis.

A la puntería de los jugadores de Boca, en particular, se sumó la habilidad de su portero, Sergio. Diminuto Romero, que salvó 6 de los 11 tiros que le lanzaron en las tres instancias, dos contra cada equipo rival, y logró un formidable 54% de eficacia. La campaña de Boca -un equipo que, es cierto, había merecido ganar varios de aquellos partidos sin recurrir a la maestría de Romero- no registra precedentes, salvo un par de episodios con ciertas similitudes.

El PSV Eindhoven levantó la Copa de Europa -actual Liga de Campeones- en 1988 sin haber ganado ninguno de sus últimos cinco partidos, los decisivos. La selección holandesa eliminó al Burdeos en cuartos de final por la regla del gol visitante (1-1 en Francia y 0-0 en casa) y al Real Madrid en semifinales (también, 1-1 en España y 0-0 en casa), antes de derrotar Benfica en los penaltis en la final tras un nuevo 0-0. Su última victoria en el torneo había sido en octavos de final, cuando eliminaron al Rapid de Viena con dos victorias en 90 minutos, 2-0 y 2-1. “Insólito”, comenzaba EL PAÍS un reportaje titulado “Eindhoven ganó la Copa de Europa sin ganar desde octavos de final”. Si bien el objetivo ya estaba cumplido, los holandeses se morderían luego su propia medicina en la Copa Intercontinental de 1988, cuando perdieron en los penaltis -luego de otro empate en el tiempo reglamentario- ante Nacional de Uruguay.

En la Copa América Argentina 2011, por su parte, Paraguay llegó a la final del máximo torneo de selecciones del subcontinente después de haber disputado cinco partidos… y no haber ganado ninguno. El Albirrojas avanzó en el grupo B con tres empates seguidos, 0-0 contra Ecuador, 2-2 con Brasil y 3-3 contra Venezuela, para luego empatar cuartos de final y semifinales, tras 0-0 contra Brasil y Venezuela, gracias a la sanciones. Ya en la final, Uruguay ganó 3-0 en Buenos Aires y Paraguay terminó el torneo como subcampeón al no ganar un partido.

Tradición e historia

La definición desde el punto penal es un sistema que históricamente le viene bien a Boca: no podemos hablar de suerte ni de quinielas sino de tradición y especialidad, sin dejar de prestar atención a la intuición, ese sexto sentido de los porteros. El caso de Romero -con 96 apariciones, el portero con más presencias en la selección argentina- renueva un largo idilio entre Boca y los penales, iniciado y continuado por otros referentes del puesto como Hugo Gatti, el colombiano Óscar Córdoba y Roberto Abbondanzieri.

Desde que llegó al club en agosto de 2022, Chiquito tapó 12 de los 26 penales que le lanzaron, un 46%. Hasta entonces, el porcentaje de acierto en su carrera -tiene 36 años- era muy inferior, el 19%, con 15 paradas de 79 tiros. El propio Romero fue el portero en las finales de la Copa América de 2015 y 2016 que Argentina perdió ante Chile por penales.

Sergio Romero, tras atajar dos penales en las semifinales del Mundial 2014 ante Holanda. Shaun Botterill (Getty Images)

De las 57 definiciones que tuvo en la historia, Boca ganó 41 y perdió 16 con una notable efectividad del 72%. Muchos de ellos no fueron, además, en circunstancias baladíes: de sus 74 títulos, Boca ganó nueve por penales, seis internacionales y tres locales, un impactante 12%. En ese contexto, de las seis Libertadores que ganó la selección argentina, tres llegaron por este tipo de desempate, en 1977 contra Cruzeiro, 2000 contra Palmeiras y 2001 contra Cruz Azul. Además, es cierto, Boca perdió la final de 2004 por penales (Once Caldas) y quedó eliminado en las dos últimas ediciones, en 2021 (Atlético Mineiro) y 2022 (Corinthians). Pero el idilio es más fuerte.

Si bien suele repetirse que la definición por penales para romper partidos o series empatadas fue un invento español en el torneo Carranza, en Cádiz, historiadores del fútbol argentino rastrearon que el primer caso fue para los dieciseisavos de final de la Copa de Yugoslavia en 1952. La nueva metodología cruzó el Océano Atlántico y llegó a América para la Copa de México, en 1954, en un clásico entre América y Guadalajara con victoria del equipo de la capital mexicana por 3-2.

Sin embargo, todavía era un sistema marginal. Para la clasificación para el Mundial de Suiza 1954, después de que España y Turquía no sacaran ventaja en tres partidos por el último puesto europeo al Mundial, el desempate estuvo a cargo de un niño vendado que debía elegir uno de los dos sobres. con el nombre de los equipos en conflicto: se hizo cargo el turco, país que debutaría en los Mundiales gracias a ese golpe de suerte lejos del terreno de juego.

La FIFA recién se unió al sistema de sanciones en 1970 y comenzó a implementarlo en las Copas Mundiales a partir de España 1982. Sin embargo, el cambio fue gradual y durante un tiempo se continuaron implementando los antiguos procedimientos de desempate. Si bien en Argentina había torneos oficiales en los que, a igualdad de goles, ganaba el equipo que había anotado más tiros de esquina durante el partido, el lanzamiento de moneda duró mucho más de lo que se cree.

Las Copas América de 1975 y 1983 definieron a dos finalistas por este tipo de sorteo: en el primer caso, el azar favoreció a la selección peruana sobre Brasil, mientras que, en el segundo, los brasileños se vengaron eligiendo el lado correcto de la moneda para eliminar a Paraguay. En el Sudamericano Sub 20 de 1967, en Asunción, Argentina salió campeona gracias a dos monedas lanzadas al aire: eliminó a Colombia en la semifinal y al equipo local en la final porque el capitán argentino Jorge Dominicchi, luego de dos empates 0-0 y 2- 2, eligió “cara”.

De manera más tradicional, los británicos resistieron durante mucho tiempo los penaltis en la Copa de Inglaterra, la competición de clubes más antigua. Hasta 2020, si una serie terminaba empatada, se volvía a jugar y recién después del segundo empate se lanzaban penales. Incluso hasta los años 90, el ganador debía definirse por goles: la serie entre Oxford City y Alvechurch en 1971 sólo se resolvió en un sexto partido después de cinco partidos seguidos.

Rachas adversas

Fluminense, que busca conquistar su primera Copa Libertadores, llegó a la final sin haber recurrido a los penales, pero con un trámite muy igualado en su serie ante Argentinos Juniors en octavos de final y ante el Inter de Porto Alegre en semifinales -más fue fácil para él contra Olimpia, en cuartos de final. Sin embargo, resulta curioso cómo los dos finalistas llegan al partido decisivo del año, y de clasificación para el Mundial de Clubes, lejos de rachas ganadoras.

El delantero argentino del equipo Fluminense, Germán Cano, participa en la rueda de prensa previa.Antonio Lacerda (EFE)

Mientras Fluminense sólo ganó uno de sus últimos siete partidos en el torneo local, el Brasileirao, Boca -que va por su séptima Copa, cantidad con la que igualaría a Independiente de Avellaneda como el club más campeón de América- sólo sumó dos triunfos en sus últimas 16 apariciones, ya sea por la Libertadores como por los dos torneos que disputa en su país, la Copa de la Liga (décimo en un grupo de 14 equipos) y la Copa Argentina.

Más que la suma de puntos, el sistema “mata mata” favorece a la actual versión de Boca, que también sigue en carrera en la Copa Argentina, torneo en el que clasificó a semifinales. Como en la Libertadores, en el plano doméstico avanzaron gracias a su fórmula de empate y penales, primero en octavos de final ante Almagro -el equipo de Ascenso- y luego en cuartos de final ante Talleres, siempre con Romero en estado de gracia. , imperial.

Mientras en Fluminense destaca Marcelo, el lateral que ganó 25 títulos con el Real Madrid entre 2007 y 2022, y el delantero argentino Germán Cano -pichichi de la Copa, con 12 goles, ninguno de penalti-, en Boca se contrasta la presencia de el atacante uruguayo Edinson Cavani. Una victoria de la selección argentina, cuyo vicepresidente es Juan Román Riquelme -ídolo de la afición- sería otro golpe político al expresidente del país y del club, Mauricio Macri, que intentará recuperar el poder en Boca en el próximo. elecciones del mes.

Los brasileños han levantado la Copa en las últimas cuatro ediciones. Los argentinos no triunfan desde 2018, cuando River le ganó la final precisamente a Boca, que anteriormente también perdió la definición de 2012 ante Corinthians y espera desde 2007 levantar su séptimo título de Libertadores. Podrás lograrlo en 90 minutos o 120 -habrá prórroga, en caso de empate-. O por supuesto, en los penales, el hecho bendito y a la vez maldito del fútbol, ​​que en la final de Qatar 2022 ya le otorgó la mayor alegría a la selección argentina.

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By Alice Escalante Quesada