Pepe Martí (Barcelona, 2005) apenas tiene 18 años. Es más que un niño en un coche. Quiere correr. Y gana. Un joven con la cabeza bien dotada, sonriente y educado, pero que tiene un sueño y un objetivo claro: llegar a la F1, y ser campeón. Su autoexigencia y su trabajo le mantienen en el buen camino. De momento, ha conseguido el ascenso a la F2 con Campos Racing, ha finalizado su segunda temporada en la F3 en quinta posición tras luchar por el subcampeonato con tres victorias, y la todopoderosa Red Bull le ha fichado para su programa de jóvenes pilotos. . En un ambiente familiar, acompañado de su madre, Montse, su introductora y escudo en el mundo del motor, se encuentra en A14 Management, la agencia de representación de Fernando Alonso. Su ídolo de la infancia y su maestro en la pista.
Siempre fue muy competitivo. En su primera vez sobre un kart, en un circuito para niños de alquiler que veraneaba en Menorca, cruzó el césped para adelantar a su hermana. Tenía sólo seis años. Pero no identifica cuándo se interesó por los motores: “Mi primer recuerdo es cuando tenía dos o tres años, sentado al lado de mi madre mientras ella veía las carreras”.
Probó el fútbol en el plantel de Xavi Hernández, con su primo. Pero la pelota no le llama tanto como las cuatro ruedas. Se lo dejó claro a su padre, Josep María: “Me gusta el fútbol, pero no tanto”. Se rompió los ligamentos cruzados conduciendo una mini motocicleta. “Tuvimos que buscar un médico que se especializara en operar las rodillas en niños en crecimiento”, dice su padre. Todo salió bien y ahora mide 1,86. Fue entonces, tras insistir en encontrar un karting, que con 11 años se inició en el Kartòdrom Catalunya, en Lliçà de Vall.
Pero el momento culminante llegó cuando, como regalo de Navidad, sus padres le compraron un kart. En 2017 ya compitió en el Campeonato de Kartòdrom Social y en el Campeonato de Cataluña. Dio su salto internacional en 2018 de la mano de Genís Marcó, su “padre automovilístico”. Y siguieron las categorías inferiores de la Fórmula 1, donde dejó su huella.
Pepe es una sonrisa constante. Se siente cómodo entre bromas, pero no pierde la cortesía. Y menos ante la mirada atenta y orgullosa de su padre. Normalmente es Montse, su madre, quien le acompaña a las entrevistas y asiste a todas las carreras. Estos años sólo se ha perdido uno, y ha sido por culpa del COVID. “Mi madre siempre ha sido muy protectora en las carreras. Pero el problema es que ella es la más agresiva de todas”, confirma Pepe entre risas. Él le dice que vaya “con la cabeza”, pero también que ponga el pie “en el suelo”. En una de las carreras de este año, Montse se dio la vuelta para no ver salir a su hijo. “En el hotel, cuando estamos Genís, mi madre y yo juntos, decimos: mañana a la salida nos pondremos primero”, confiesa Martí.
Para Pepe su familia es importante. “Tengo suerte de haber tenido un ambiente muy familiar”. Y dentro de esa familia también hay hueco para Fernando Alonso, que ejerce de mentor. Le conoció en la WSK Open Cupa de Lonato en 2018. Era su primer año con Tony Kart y Alonso fue a ver a Genís. Ahora, el piloto asturiano le orienta y resuelve dudas. En circuitos nuevos siempre tiene dudas: “Desde la degradación, hasta qué marcha usar, el ajuste de revoluciones, cómo entrar en curva o cómo frenar. Hay mil cosas que te ayudan con esas centésimas decisivas”. Para él, es un referente en materia de ética de trabajo.
“Siempre pienso que puedo hacer más. “Intento esforzarme, porque suelo ser un poco vago”, afirma Martí. Va al gimnasio seis días a la semana, pero reconoce que la mejor preparación está en el coche. Antes de cada sesión, reserva cinco minutos para concentrarse y desde hace un año hace malabarismos con pelotas de tenis. “Me lo sugirió mi entrenador, y como soy muy testarudo ahora hago malabares con tres pelotas y si me concentro puedo estar sin parar”.
Este año completó su segunda temporada en F3 con el equipo español Campos Racing. Consiguió ganar el Gran Premio de España, también en Mónaco y en Bahréin. “Ha sido la mejor temporada hasta el momento”, reconoce el piloto. Pero, a pesar de llegar al final del campeonato luchando por la segunda plaza, las dos últimas carreras no le salieron como quería. “En Hungría cometí un par de errores en la clasificación. En Spa se nos negó la oportunidad de luchar. Y en Monza fue una carrera totalmente adversa que acabó con dos accidentes”.
No todo ha sido fácil en estos dos años de F3. “El año pasado lo pasé muy mal después del SPA”. Su compañero, que fue suplente, obtuvo mejores resultados tanto en Hungría como en Zandvoort. “Estaba mentalmente deprimido. En ese momento hay que hacer un reset. Desde ese año he mejorado mi confianza en mí mismo”.
Su infancia tampoco fue fácil. Sufrió bullying desde los siete hasta los 11 años. “Tuve mala suerte y estaba en un ambiente muy tóxico. Era un niño que pesaba un poco más de lo normal. Y de eso es de lo que se burla la gente cuando eres niño”, recuerda Martí. En sus estudios, sin embargo, continuó actuando. Eran una prioridad. “Un día, Pepe, cuando tenía como 10 años, me dijo: ‘No entiendo a los niños que hablan en clase. Porque si asisten, lo aprenderás.»
No ha sido fácil compaginar su carrera deportiva con su carrera educativa: “En cuarto de la ESO creo que cometí unas 300 o 400 faltas. En Segundo de Bachillerato, los meses comprendidos entre marzo y mayo, de cara a la Selectividad, fueron un caos. El segundo año de F3 necesitas tantas horas como el mejor. «Es un año decisivo». Su plan este año es terminar de dominar el italiano y el francés, y mantener el hilo para, en el futuro, seguir la carrera de ingeniería mecánica. “Está en el aire”, dice Pepe. Tiene un trato con su padre: no perder las matemáticas, la física ni la inercia de estudiar.
El futuro, sin embargo, ya está claro: la F2 gracias al programa de jóvenes pilotos de Red Bull. Tuvo una “primera cita” con Helmut Marko, máximo asesor de la marca austriaca, en la carrera de Montmeló. Lo descubrió mientras subía las escaleras hacia el podio. “Cambia y luego verás a Helmut”, le dijeron desde su equipo. Su familia lo sabía desde el viernes, pero no querían que Pepe perdiera la concentración en el GP de casa. Y, tras una segunda visita a Silverstone, el joven Martí pasó a formar parte del equipo Red Bull.
Pero él quiere más. “La autoexigencia es algo que me han enseñado en casa desde pequeña. Quiero hacer la última vuelta que marque la diferencia y poder ganarles a todos. Mi objetivo es la F1 y voy a hacer lo que pueda para llegar allí”, afirma convencido el piloto. “No estaría aquí si no creyera que tengo posibilidades de llegar a la F1. Se tienen que alinear muchas estrellas, es complicado tener un asiento en la categoría reina”, recuerda. Por el momento, todavía tiene que sacarse el permiso de conducir. «Espero, algún día, ser campeón de F1».
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