La OTAN busca un nuevo secretario general y Mark Rutte, primer ministro en funciones de los Países Bajos desde las últimas elecciones del 22 de noviembre, es el principal (y por ahora único) candidato para suceder al noruego Jens Stoltenberg, cuyo mandato finaliza el 1 de octubre. . El holandés tiene muchas posibilidades, pero las negociaciones para acordar una nueva coalición en su país se han estancado. Si la OTAN aprueba su nombramiento sin que todavía haya Gobierno holandés, el problema sería político: no hay ningún precedente en la historia reciente del país de que un jefe del Ejecutivo deje el cargo en estas condiciones con la inestabilidad que ello puede suponer.
Rutte acumula apoyos para sustituir a Stoltenberg. Sólo el político holandés se ha presentado abiertamente a las elecciones y cuenta con el apoyo de una buena mayoría de los 31 miembros de la Alianza, incluidos tres pesos pesados: Francia, Reino Unido y Estados Unidos. Aunque la decisión se toma por unanimidad y Hungría y Türkiye aún no se han puesto de acuerdo.
“Nos enfrentamos a una situación sin precedentes en la historia política holandesa reciente porque un primer ministro nunca ha dejado el cargo antes de que se nombre a otro”, explica por teléfono Ingrid Leijten, profesora de derecho constitucional en la Universidad de Tilburg. «No parece que se vaya a acordar una nueva coalición en Holanda en un futuro próximo, por lo que es posible que si Rutte se traslada a Bruselas lo haga en este contexto de gobierno interino», añade.
“No será un problema legal, porque el Consejo de Ministros podrá nombrar un nuevo primer ministro sin necesidad de que intervenga el Parlamento”, explica Leijten. Es posible que otro ministro, probablemente del partido liberal de derecha de Rutte, VVD, ocupe su lugar. “Pero el verdadero problema subyacente es el largo proceso de formación de coaliciones”, comenta el profesor. «Los gobiernos holandeses caen con bastante facilidad y, dado que hay tantos partidos representados en el Parlamento, es difícil llegar a un acuerdo rápidamente». Es un proceso complejo, sin reglas que establezcan “un plazo para cerrar un acuerdo”. No está establecido que el partido con más votos tenga que estar en el Gobierno ni que “o que el primer ministro pertenezca a ese grupo ganador”, añade Leijten.
Aunque un gobierno holandés provisional no puede tomar decisiones controvertidas o de gran alcance, no ignora la urgencia de la actual situación internacional. “El problema de una posible salida de Rutte hacia la Alianza será político, no constitucional”, confirma el politólogo Tom van der Meer, de la Universidad de Amsterdam. En su opinión, la figura del primer ministro ha cobrado mayor importancia en las últimas décadas, “sobre todo por el peso de la Unión Europea”. De ahí su creciente visibilidad. Rutte anunció en julio de 2023 su retirada de la política, tras la ruptura de la cuarta coalición que lideraba consecutivamente desde 2010. Dijo que no volvería a presentarse a las elecciones y que tal vez optaría por la docencia. Tras un período de relativo silencio, su nombre ha circulado en Bruselas debido a su capacidad negociadora. No había cerrado la puerta a una posición de este tipo.
Las negociaciones para formar un nuevo Ejecutivo en Países Bajos han vuelto al punto de partida tras casi tres meses de reuniones fallidas entre los cuatro partidos de derecha -incluido el extremo de Geert Wilders, ganador de las elecciones- que obtuvieron más votos. Ha nombrado un nuevo mediador y tiene cuatro semanas para sondear a todos los partidos sobre el tipo de coalición que prefieren. A nivel interno holandés, Van der Meer sugiere que no se trata tanto de si Wilders se convierte en primer ministro. “Es posible que se acuerde que los líderes de los partidos que acuerden permanezcan en el Parlamento sin comparecer en el Consejo de Ministros. El primer ministro podría entonces ser una figura profesional externa”, señala.
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El mandato del noruego Jens Stoltenberg termina oficialmente en octubre, aunque la OTAN quiere un nombramiento antes, quizás para separarlo de los principales cargos de la UE -como la presidencia de la Comisión- que se decidirán entre julio y octubre.
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