Griezmann no estaba. O eso parecía. Situado como interior, deambuló por uno de esos partidos en los que parece dosificar esfuerzos. Apenas había tenido importancia en el juego. Pero apareció cuando había empate 0-0 y el reloj corría con la hora de juego ya pasada y el Mallorca estaba bien afianzado. Griezmann se levantó en el área para conectar un bonito cabezazo, desde lejos, detrás del punto de penalti, que dirigió al interior de la escuadra. Rajkovic ni siquiera se enteró. El delantero francés salió airoso de un partido que el Mallorca hizo masticar al Atlético. Su aparición tuvo la oportunidad y precisión de los futbolistas que están por encima de la media.
1
Oblak, Mario Hermoso, Witsel, Azpilicueta (Giménez, min. 82), Samuel Lino (Saúl, min. 71), Koke (De Paul, min. 63), Pablo Barrios Rivas, Marcos Llorente, Griezmann, Morata (Depay, min. . . 81) y Correa (Rodrigo Riquelme, min. 63)
0
Predrag Rajkovic, Valjent, Copete (Pablo Maffeo, min. 81), Giovanni González, Nastasic, Lato (Javi Llabrés, min. 81), Darder, Antonio Sánchez (Omar Mascarell, min. 62), Dani (Amath, min. 74 ), Samuel Costa y Abdón Prats (Cyle Larin, min. 62)
Objetivos 1-0 min. 64: Griezmann.
Árbitro Juan Martínez Munuera
Decidido a hacer historia, con 170 goles, Griezmann ya ha superado a Escudero como segundo máximo goleador de la historia del club. Ya está a sólo tres goles del mito Luis Aragonés. Este último gol permite al Atlético mantenerse en lo más alto de la clasificación y viajar a Rotterdam sin un rasguño moral para intentar certificar la primera plaza de su grupo en la Liga de Campeones ante el Feyenoord. Aunque bien podría haber sido tocado si Amath no hubiera desperdiciado un mano a mano con Oblak, que le hizo cruzar en exceso el toque con el interior de su bota derecha.
Por segunda vez esta temporada, Simeone dispuso esa alineación tan ofensiva, con la pompa de Griezmann ejerciendo de interior y con Correa y Morata como pareja de ataque. El plan esta vez no desencadenó la expansiva fiesta goleadora que produjo ante el Celtic (6-0). El Mallorca no lo permitió. Javier Aguirre no contó con Muriqi, su faro en ataque. El futbolista que le permite competir por la zona media de la tabla, siendo uno de los equipos que menos pases realiza y menor posesión de balón tiene en el campeonato. Aunque no hay entrenador que haya sacado más provecho de la zaga de tres centrales para construir estructuras defensivas que el mexicano. Lleva dos décadas haciendo carrera con ese dibujo, construyendo equipos incómodos y difíciles de batir. Anoche no fue una excepción para el Atlético, que acabó empañado y frenado por la madeja defensiva del Mallorca tras un comienzo chispeante liderado por Lino y Barrios. Morata y Correa estuvieron cerca de marcar en el primer cuarto de hora y entonces el equipo de Simeone se engrosó. Se disparó y permitió incluso algunas aventuras entre Abdón y Dani Rodríguez. Con Griezmann a baja revolución, el Atlético no encontraba la manera de conectar con Correa y Morata. Lino, ya controlado por Gio González, y Llorente tampoco le dieron profundidad. Sin goles y sin chispa, Simeone se dirigió al túnel de vestuarios con expresión torcida.
Los rojiblancos necesitaban un paso más para poder desmantelar la bien armada defensa del Mallorca. Morata con un cabezazo y un disparo defectuoso pudo abrir el marcador al inicio del segundo acto. Ya era otro Atlético, más mandón y más dañino. Simeone sentó a Koke, como hizo en Las Palmas cuando el equipo perdió, pensando en el duelo ante el Feyenoord. Eso sí, esta vez no sentó tan bien a Griezmann como lo hizo en el estadio grancanario.
El Mallorca sobrevivió, bien colocado, pero ya no pudo estirarse. Sólo dobló la rodilla cuando Mario Hermoso metió un hilo muy tocado en el área para que Griezmann diera un golpe en la mesa con aquel cabezazo imperial y ganador. Como es habitual, el atacante francés apenas había participado en el partido. Cuando lo hizo, estaba decidido a ganarlo.
El Atlético tuvo ocasiones después para cerrar el partido. No lo hizo y era el momento de Simeone. Nuevamente apeló a la grada con su alboroto emotivo para que su equipo siguiera vivo y tenso en el tramo final.
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