El lunes pasado tuve la idea de ver el partido Ucrania-Italia que decidía la clasificación del grupo C para uno de los equipos contendientes. Supongo que me guié por mi interés por el fútbol, la posibilidad de ver a Italia, vigente campeona de la Eurocopa, llevada al límite competitivo, disfrutando de una Ucrania cedida al Leverkusen, pero Ucrania y en la que algunos jugadores como Mudryk, Dovbyk o Tsygankov lo ha puesto en nuestro escaparate actual. La retransmisión fue por UEFA TV y la narración era como las de los años 90. Al cabo de unos minutos descubrí que el verdadero motivo de mi curiosidad no era otro que poder presenciar un excelente partido desde el punto de vista competitivo, sin necesidad de realizar análisis. de tipos de juego y cosas así, disfrutando de la tensión de lo que allí se jugaba y continuando el juego con la tranquilidad de saber que si ganaba uno u otro, yo seguiría durmiendo con la misma tranquilidad. Fíjense que analicé desapasionadamente aquel dudoso fallo al final del partido y allí descubrí que el árbitro era Gil Manzano. Y también me pareció que no era penalti, pero no crean que miré las distintas repeticiones con el interés de encontrarlo. Y como todo fue igual para el comentarista, mi Ucrania-Italia terminó sin disputas y sólo con la alegría, y una cierta liberación de presión, de los jugadores italianos.
Porque está claro que cuando no hay nada en juego en el partido que estás viendo, se crea un escenario excelente para seguir el juego, divertirte con las acciones positivas y ser muy comprensivo con los errores. Esa distancia le da ecuanimidad, pero también le quita emoción y por eso normalmente acabamos poniéndonos del lado de alguno de los contendientes, aunque no hagamos nada en el partido ni sepamos mucho de los contendientes.
Todo lo contrario cuando tenemos a nuestro equipo en juego, sea cual sea el color que vista, y nos tomamos todo lo que sucede en el campo como algo personal. Por ejemplo, esas lesiones que se dan en este periodo de selecciones y que inmediatamente trasladamos a la competición local y cómo afecta a mi equipo o debilita a mi rival más directo. El caso de la lesión de Camavinga y la posterior y más grave de Gavi, aunque nos hemos olvidado del de Yeremi Pino porque como estaba entrenando con su club parece menos interesante y no cuadra con lo que tienen en común los dos anteriores y que Lo cierto es que todo el mundo ha recurrido al calendario mundial del fútbol y ha coincidido en que está saturado y que hay que hacer algo con él. Lo que nadie dice es por dónde cortar este maratón de fútbol porque a quien más le interese algún punto de esa cuerda eterna; así que todos miremos hacia otro lado para liberar nuestras conciencias y que este viernes vuelva el espectáculo en las ligas nacionales, y la semana que viene en la competición europea, esa que tanto dinero da, y cuando nos acerquemos a junio nos pondremos a husmear la Eurocopa con olor a magnífica (y Yeremi y Gavi están en el gimnasio terminando su recuperación, pero ya no están de actualidad).
Y, sobre todo, que la pelota siga rodando. Porque lo que no solemos hacer los futbolistas, es decir, donde recortaríamos nuestra parte para que todo esté equilibrado y mejor ya que estamos dispuestos a renunciar, es casi siempre dinero, para que todo adquiera la racionalidad que exigimos. . Si nos fijamos en estos deportes americanos hiperprofesionalizados veremos que sus calendarios son súper ajustados, pero que los tiempos de descanso y preparación para la competición son largos y permiten compaginar la playa con la recuperación de lesiones que se prolongan durante la temporada.
Porque ya os lo cuento, esto lo aprendí durante mi etapa en el Olympique de Marsella, que en enero viene la CAN, la Copa Africana de Naciones, la Eurocopa Africana, que ocupará a los jugadores convocados por sus selecciones durante todo enero. y hasta mediados de febrero los que lleguen a los últimos peldaños de la competición. Y es que está en el calendario FIFA y algunos podrán descubrir que algunos de sus mejores jugadores se marchan como si la competición hubiera caído ayer del cielo.
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