La Sociedad Bilbaina, oficialmente escrita así, con diptongo, y creada en 1939, es el lugar donde se llevan a cabo, desde hace años, los negocios más importantes de la capital vizcaína entre los prebostes de la ciudad, que ya durante el tercer carlista Guerra Pidieron a la dirección de la sociedad, entonces ubicada en la Plaza Nueva, blindar los pisos superiores para evitar que los bombardeos afectaran el normal desarrollo de las actividades del club.
Allí se vio a Jon Rahm, el golfista que ha sido el centro de atención en el mundo del deporte por el estratosférico contrato que ha firmado con el circuito saudí LIV Golf. Dijo que su presencia allí para recibir el premio Dama de la Bilbaina sería su última aparición pública -aparte del inicio del sábado en San Mamés- en los próximos meses. “Tengo instrucciones muy estrictas de no hacer eventos públicos que me he impuesto un poco por mí y por el cambio que le he dado al mundo del golf en la última semana”, admitió.
Rodeado por el crema De la sociedad vizcaína, el león de Barrika confesó que no esperaba un acto como este: “No pensé que habría cámaras y que sería un poquito más íntimo”, pero, “entiendo lo que representa esta sociedad , y al final con más de mil socios, me sorprende que aquí no haya más de 5.000 personas”, bromeó.
La voz tranquila de Jon resonó en las habitaciones conservadas de los anarquistas primero y de los falangistas después, por un socio, arquitecto y político. Tomás Bilbao, que decidió días antes del primer asalto durante la Guerra Civil, tapiar el acceso a la biblioteca y camuflar el nuevo muro con un muro falso para salvar el trasfondo histórico de la entidad, el espacio original de la biblioteca, su contexto histórico. muebles y varias piezas artísticas de la colección. “Sigue siendo un honor representar a esta ciudad y a esta comunidad, como deportista”, afirmó el deportista vizcaíno, que tuvo palabras para su padre Edorta, presente y con el brazo en cabestrillo, y sus primeros entrenadores en el mundo del golf. . Relajado, tras una mañana de compras en Bilbao, Rahm volvía a bromear. “No sabes lo difícil que es explicarle a alguien qué es la pala, la punta de la canasta o la pelota que tenemos en la mano”.
“Me emociona saber que, en 180 años de historia, sólo veinte personas han recibido el premio, así que habré hecho algo especial”, porque “me siento alguien normal y no considero que lo que hago sea diferente”. de cualquier otro trabajo”. Luego hizo un guiño a lo que supone haber fichado por el circuito saudí. “No es que sea [el golf] más o menos importante. Gracias a Dios puedes verme en la televisión y ya está… Quizás un poco menos en el futuro por ahora”.
Vestido informalmente, con chaqueta de cuadros azules, camisa blanca, pantalón gris y zapatillas deportivas, con traje y corbata o en ambiente de cóctel, Jon se retiró luego discretamente a una zona reservada, y más tarde al comedor, donde camareros con librea o chaqué, sirvieron la comida en la que nadie se quedó sin su foto con el campeón.
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